jueves, 31 de enero de 2013

¡QUÉ POESÍA!

La idea era mostrar lo que habíais hecho. Lo que estábamos haciendo... el taller de poesía. Es complicado hacer nada cuando las cosas no van bien. Lo dejo puesto. Lo enseñaré el próximo día (si me dejáis). 

TRES POESÍAS

1

Ya no me queda nada por decir
Todo lo que tenía que decir
Ha sido dicho no sé cuántas veces.

2

He preguntado no sé cuántas veces
Pero nadie contesta a mis preguntas
Es absolutamente necesario
Que el abismo responda de una vez
Porque ya va quedando poco tiempo.

3

Sólo una cosa es clara:
Que la carne se llena de gusanos.

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NI SHAKESPEARE NI MICKEY SPILLANE

Desanda los años, mira, estás otra vez
Al principio,
Vives con una chocolatina al día en la habitación
más barata de la ciudad;
intentas ser escritor, no un gran escritor sino
alguien que cobra por lo que escribe
y vive de ese sueldo
y no necesita automóvil ni
novia, ni tiene que ir a trabajar todos los días,
solo ser escritor, producir, un día tras
otro, día y noche, las palabras calientes sobre el papel.
a 2 centavos y medio por palabra, 5 centavos por palabra, me
            conformaría con
lo que fuera,
escribir relatos para revistas de tres al cuarto, relatos para
las revistas porno (grandes correrías de
un fantástico pichabrava) y al mismo tiempo enviar la
obra seria a Poesía, una revista de
 Verso.

La chocolatina era el pan y tu sangre
era el vino y había que echar a las
chicas de piernas y pelo largos para que pudieras
dar con la palabra para las revistas cutres, para las porno, para el
Atlantic Monthly Harper’s,
Esquire
y el New Yorker, esos cabrones
impávidos que te devolvían todo una y otra vez mientras que solo
publicaban
bazofia cautelosa y taimada.

joven joven joven, ansioso únicamente de la Palabra,
volviéndote loco en las calles y en los bares,
peleas brutales, cristales rotos, mujeres locas gritando en
la habitación barata,
tú, invitado habitual en la celda de los borrachos, North
Avenue, 21, Lincoln Heights.

escrutaba la locura en busca de la Palabra, el verso,
la ruta,
a la espera de recibir un cheque de alguna parte,
soñando con la carta de un gran editor:
«¡Chinaski, no sabes cuánto tiempo llevábamos
esperándote!».

ni la más mínima oportunidad.

al cabo, se redujo a menos palabras tras años de 5 relatos
breves y 20 poemas a la semana, se redujo a menos
palabras y más vino y más tías locas y
más vidrios rotos y gritos, caseros vengativos
y, claro, al final la policía.

tú joven, más alto, más fuerte en las montañas de tu
mente, borracho de la hostia, gritabas:
—¡QUE OS DEN, TÍOS! ¡SOY UN GENIO!
las esposas cerradas a la espalda, siempre demasiado ajustadas, el
acero mordía la muñeca, el
dolor pungente y brutal.
—calla, colega, o te hago callar yo.

desanda los años y ahí estás,
hace 36 años,
y nunca hubo
una época más grande ni más interesante.
poseías la fe que te falta
ahora.

pero lo más duro, la mujer del momento, tan borracha que
babeaba, el pelo sobre la cara, llorosa…

—dejadla marchar, hombre, que no ha hecho nada,
no os interesa,
solo venía de acompañante.

un «¡mecagüen…, cállate!» del madero,
que te sacaba a empujones por la puerta, escaleras
abajo a toda prisa
donde dedicabas todo tu esfuerzo a no tropezar
y caer de bruces, que era lo que él
quería, con las manos esposadas a la espalda, no
podías amortiguar la caída…

entonces te ponías a cantar:
Mi corazón es un vagabundo…
y oías al madero cabreado maldecir en la
oscuridad
mientras se te llevaban.

lo único que querías era 2 ½ o 5 centavos por palabra.
hijo de puta, qué ganas tenías de ser un escritor
de cualquier clase.

¿por qué no lo entendían? 

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EL FLECHAZO

Ambos están convencidos
de que el súbito amor les unió.
Tan firme seguridad es bella,
pero aún más bella es la inseguridad.

Creen que, si antes no se conocían
nada pudo haber existido entre ellos.
¿Qué dirían las calles, las escaleras y los pasillos
donde quizá tantas veces se cruzaron?

Desearía preguntarles
si no lo recuerdan
¿Acaso algún día cada a cara
en una puerta giratoria?,
¿un “disculpe” entre la multitud?,
¿un “se equivoca” al otro lado del teléfono?
Pero sé su respuesta.
No, no lo recuerdan.

Les sorprendería
que el azar llevara tiempo
jugando con ellos.

Aún no por completo listo
para convertirse en destino,
se les acercaba y se iba,
les atajaba el camino
y, ahogando una carcajada,
de un brinco se apartaba.

Hubo signos, presagios
qué importa si ilegibles.
¿Hace unos tres años,
o el pasado martes,
una hojita voló
de un hombro al otro?
Hubo algo perdido y después recuperado.
Quién sabe, ¿no fue la pelota
en los arbustos de la infancia?

Hubo timbres y picaportes
Donde, antes de llegar la hora,
la huella de una mano en otra se imprimió.
Dos maletas juntas en una consigna.
Quizá un mismo sueño, una misma noche,
diluido en brumas por la mañana al despertar.

Porque no hay comienzo
que continuación no sea,
y el libro del acontecer
está siempre siempre abierto por la mitad.

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15

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

EL DESAYUNO

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

 

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