jueves, 31 de enero de 2013

Fin de la República (3)

No hay rabia mayor que la de Pompeyo cuando siente que se aleja de Roma. El tiempo de Pompeyo ya ha pasado. El pueblo quiere a César, como habéis visto en Suetonio. Y Tanto César como Marco Antonio son conscientes de ese amor, son conscientes de que tienen en su mano el poder de Roma. De ahí que negocien desde una posición de fuerza.




Y esa fuerza que es algo ficticia, puesto que César siempre parece más debilitado. Pero lo hemos visto: César está del lado de la fortuna o del destino así que conseguirá sus propósitos.
Pero poco a poco las cosas se vuelven más complicadas. Hay más nombres. Aparece Atia con un papel más importante. Aparecerá Bruto. Aparece Octavio. Aparecen todos. Todos los importantes. Todos los grandes. Y es mágico que vosotros comencéis a conocerlos. Pero entiendo que es complicado, así que, para que contéis con ello desde el principio, os dejo el árbol genealógico que habéis visto en clase esta mañana. Para que os vayáis acostumbrando a los nombres y a las figuras que aparecen. Va a continuación.



Para la semana que viene, es importante que tengáis claro quién es quién dentro de la serie y dentro de este periodo de la República, así que ved la biografía de Pompeyo que os puse en el post anterior y repasad las figuras (estaría bien tener unas pequeñas fichas de ellas) de: César, Pompeyo, Marco Antonio, Catón el Joven (Catón de Útica, son el mismo), Marco Tulio Cicerón, Cleopatra y Ptolomeo XIII. Nada más por ahora (creo). Hasta la semana que viene.



¡QUÉ POESÍA!

La idea era mostrar lo que habíais hecho. Lo que estábamos haciendo... el taller de poesía. Es complicado hacer nada cuando las cosas no van bien. Lo dejo puesto. Lo enseñaré el próximo día (si me dejáis). 

TRES POESÍAS

1

Ya no me queda nada por decir
Todo lo que tenía que decir
Ha sido dicho no sé cuántas veces.

2

He preguntado no sé cuántas veces
Pero nadie contesta a mis preguntas
Es absolutamente necesario
Que el abismo responda de una vez
Porque ya va quedando poco tiempo.

3

Sólo una cosa es clara:
Que la carne se llena de gusanos.

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NI SHAKESPEARE NI MICKEY SPILLANE

Desanda los años, mira, estás otra vez
Al principio,
Vives con una chocolatina al día en la habitación
más barata de la ciudad;
intentas ser escritor, no un gran escritor sino
alguien que cobra por lo que escribe
y vive de ese sueldo
y no necesita automóvil ni
novia, ni tiene que ir a trabajar todos los días,
solo ser escritor, producir, un día tras
otro, día y noche, las palabras calientes sobre el papel.
a 2 centavos y medio por palabra, 5 centavos por palabra, me
            conformaría con
lo que fuera,
escribir relatos para revistas de tres al cuarto, relatos para
las revistas porno (grandes correrías de
un fantástico pichabrava) y al mismo tiempo enviar la
obra seria a Poesía, una revista de
 Verso.

La chocolatina era el pan y tu sangre
era el vino y había que echar a las
chicas de piernas y pelo largos para que pudieras
dar con la palabra para las revistas cutres, para las porno, para el
Atlantic Monthly Harper’s,
Esquire
y el New Yorker, esos cabrones
impávidos que te devolvían todo una y otra vez mientras que solo
publicaban
bazofia cautelosa y taimada.

joven joven joven, ansioso únicamente de la Palabra,
volviéndote loco en las calles y en los bares,
peleas brutales, cristales rotos, mujeres locas gritando en
la habitación barata,
tú, invitado habitual en la celda de los borrachos, North
Avenue, 21, Lincoln Heights.

escrutaba la locura en busca de la Palabra, el verso,
la ruta,
a la espera de recibir un cheque de alguna parte,
soñando con la carta de un gran editor:
«¡Chinaski, no sabes cuánto tiempo llevábamos
esperándote!».

ni la más mínima oportunidad.

al cabo, se redujo a menos palabras tras años de 5 relatos
breves y 20 poemas a la semana, se redujo a menos
palabras y más vino y más tías locas y
más vidrios rotos y gritos, caseros vengativos
y, claro, al final la policía.

tú joven, más alto, más fuerte en las montañas de tu
mente, borracho de la hostia, gritabas:
—¡QUE OS DEN, TÍOS! ¡SOY UN GENIO!
las esposas cerradas a la espalda, siempre demasiado ajustadas, el
acero mordía la muñeca, el
dolor pungente y brutal.
—calla, colega, o te hago callar yo.

desanda los años y ahí estás,
hace 36 años,
y nunca hubo
una época más grande ni más interesante.
poseías la fe que te falta
ahora.

pero lo más duro, la mujer del momento, tan borracha que
babeaba, el pelo sobre la cara, llorosa…

—dejadla marchar, hombre, que no ha hecho nada,
no os interesa,
solo venía de acompañante.

un «¡mecagüen…, cállate!» del madero,
que te sacaba a empujones por la puerta, escaleras
abajo a toda prisa
donde dedicabas todo tu esfuerzo a no tropezar
y caer de bruces, que era lo que él
quería, con las manos esposadas a la espalda, no
podías amortiguar la caída…

entonces te ponías a cantar:
Mi corazón es un vagabundo…
y oías al madero cabreado maldecir en la
oscuridad
mientras se te llevaban.

lo único que querías era 2 ½ o 5 centavos por palabra.
hijo de puta, qué ganas tenías de ser un escritor
de cualquier clase.

¿por qué no lo entendían? 

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EL FLECHAZO

Ambos están convencidos
de que el súbito amor les unió.
Tan firme seguridad es bella,
pero aún más bella es la inseguridad.

Creen que, si antes no se conocían
nada pudo haber existido entre ellos.
¿Qué dirían las calles, las escaleras y los pasillos
donde quizá tantas veces se cruzaron?

Desearía preguntarles
si no lo recuerdan
¿Acaso algún día cada a cara
en una puerta giratoria?,
¿un “disculpe” entre la multitud?,
¿un “se equivoca” al otro lado del teléfono?
Pero sé su respuesta.
No, no lo recuerdan.

Les sorprendería
que el azar llevara tiempo
jugando con ellos.

Aún no por completo listo
para convertirse en destino,
se les acercaba y se iba,
les atajaba el camino
y, ahogando una carcajada,
de un brinco se apartaba.

Hubo signos, presagios
qué importa si ilegibles.
¿Hace unos tres años,
o el pasado martes,
una hojita voló
de un hombro al otro?
Hubo algo perdido y después recuperado.
Quién sabe, ¿no fue la pelota
en los arbustos de la infancia?

Hubo timbres y picaportes
Donde, antes de llegar la hora,
la huella de una mano en otra se imprimió.
Dos maletas juntas en una consigna.
Quizá un mismo sueño, una misma noche,
diluido en brumas por la mañana al despertar.

Porque no hay comienzo
que continuación no sea,
y el libro del acontecer
está siempre siempre abierto por la mitad.

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15

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

EL DESAYUNO

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

 

Malabaristas




 Si sólo se perdiera la cabeza,
enamorarse no sería trágico.

ALEJANDRA SIRVENT



Tras los abrazos y los besos,
las noches, los hoteles, al volver a encontrarnos
no sabíamos nunca de qué hablar.
Un día me dijiste que yo me aproximaba
a ti como el que intenta recomponer los trozos
de una pequeña ánfora rota.
No hace falta -decías-, soy muy fuerte. Y te tocaba
temiendo aún abrir llagas como cuchillos,
una Alejandra pálida, sorda como un reproche.

No sé de quién quería protegerte.

Han pasado los años y no te he dado nada
salvo palabras, y a veces ni eso.
Quizá esperabas que me enamorase
de ti. Bueno, lo hice,
con un amor que es un secreto a voces:
ruido de ágiles dedos recorriendo el teclado,
pidiendo todo. Me escribiste: ¿Qué quieres de mí?
¿Mi alma, mi mano?
En cierto modo tú fuiste el primero. Y yo asentía,
graznando: todo, todo.

Y me acuerdo de ti y de nuevo estás desnuda
como un pañuelo, y eres libre y morena, una isla nativa,
y tan hermosa que me duele el pecho como si hubiera hecho algo muy malo.
Somos dos novios. Y tú no pudiste
ni quedarte a dormir. La ropa era una cáscara.
Nos tronchamos de risa delante de dos copas.

Ahora tal vez no tenga ni tus correos, ves:
no supe protegerte.

Pero ni los veranos despiadados ni los sórdidos tigres -su horror blanco- tienen parte en lo nuestro.
Somos a un tiempo espectador y mago uno del otro,
y habrá más camas y más copas y
millones de palabras.

Soy un animalito muy doméstico.
Venga, sonríe,
mi chica fuerte.

martes, 29 de enero de 2013

Fin de la República (2)

Catón se levanta y habla.



 Eso es el senado. Cicerón hace lo mismo. Pompeyo interpone su veto, tiene derecho a ello. Eso es Roma. Lo estáis viendo. Luego hay más cosas. Julia ha muerto, César busca la manera de no enfrentarse a Pompeyo, de conseguir que siga siendo su aliado. Pompeyo hace lo mismo o parece hacer lo mismo. ¿qué es lo que pretenden? Ninguno de los dos está del todo preparado. Ninguno de los quiere, realmente, comenzar una guerra. La guerra está todo el tiempo en Roma. Roma es guerra. Esos son los últimos años de la República. Un continuum de guerras o de luchas internas por el poder. Ese es el problema de mantener a alguien en el poder durante un tiempo. Y sin embargo habéis dicho que César no es como lo pinta Suetonio. Atentos, veremos realmente otro César. Por ahora, intentad ver el resto del capítulo 1 porque probablemente me saltaré todo lo demás. Ahora César y Pompeyo quedan casi frente a frente y tendrán que decidir qué hacer. Qué decisión tomar. Eso cambiará la historia de Roma. 

Os dejo los videos de esta mañana en el canal de youtube.

Además, os dejo un video sobre Cneo Pompeyo el grande. Dado que estamos viendo el enfrentamiento entre ambos es justo que sepáis quién era el otro implicado.

Calígula y Claudio

El problema es la locura. Un tipo de locura. O la degeneración. Eso es lo que tiene que quedar claro de los videos que vemos y de los apuntes que leemos de Suetonio. Un tipo de locura, como he dicho. Pero sois vosotros quienes tenéis que entender esa locura. Yo os la muestro, pero sois vosotros quienes tenéis que pensar en el miedo. El miedo a morir que hemos visto que tenían los senadores que ven junto a Claudio el esperpéntico espectáculo de Calígula. El miedo a morir que les hace planear el asesinato del emperador. Y la corrupción, como ha dicho Judith hoy. Es imposible volver a la República. La dignitas que defendía Lucio Voreno durante la serie de Roma ha muerto. Y ahora la guardia pretoriana elige a su propio emperador. Un emperador que, piensan, puede ser manipulado en cualquier momento. Ved de nuevo, si podéis, las escenas que hemos visto hoy en clase. Ved, incluso, el capítulo entero de la serie de Yo, Claudio que hemos visto en clase. Os lo adjunto, está debajo. Y pensad en qué escena os puede aparecer el viernes. Puede ser tanto de la serie de Roma como de la serie de Yo, Claudio. Leed lo que no he leído hoy yo de Suetonio (Calígula). Y a partir de ahí, cread. Está en vosotros. Lo hemos visto casi todo. Hemos visto casi todo lo que teníamos que ver acerca de la dinastía julioclaudia. Os dejo ya.



Os dejo también el árbol genealógico con el que hemos estado trabajando en clase. El árbol de la familia julio-claudia. Por si aún no lo tenéis.


pd.: Como veis en el cuadro, la hija de Calígula (Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus) se llamaba Julia Drusilla. Por otro lado, Arminio (Herman) había muerto en el 21 d.c. Muere, por tanto, durante el reinado de Tiberio.

miércoles, 23 de enero de 2013

Fin de la República

estamos cerca, muy cerca, de comenzar a entender realmente la historia de Roma. Hasta ahora hemos visto en 4 de la ESO la manera en la que la República estaba organizada. Hemos hablado de los procónsules y del peligro que supone que un general tenga un ejército a su cargo durante más de un año, durante más de un año político. De esta manera nos estamos acercando al fin de la República. Hoy os he dado una serie de apuntes en clase que serán los que utilizaremos para entender el final de la República y la figura de Julio César, que se comienza a hacer cada vez más inteligible a medida que nos acercamos a él. Aquí os dejo, aprovechando la creación del blog, el video que estuvimos viendo en clase el último día. Luego sigo.


martes, 22 de enero de 2013

hoc initium est




Este es el principio. Supongo que quiero crear un lugar en el que mis alumnos se encuentren y me encuentren. Sobre todo un lugar en el que encuentren material, pero tendría que ser también otro tipo de lugar. Algo nuestro. Por eso la casa, por eso la imagen. Crear un blog es algo curioso. Nunca quise hacerlo, pero ahora lo veo necesario. Primera entrada. A partir de aquí trabajamos. Veremos qué tal.